En mayo celebramos el mes de las Familias, motivo por el cual pensamos en esta fecha para abrir a la diversidad y a cambiar las formas de concebir lo familiar en el consultorio, en la escuela o en otros espacios.
Las familias resultan una amalgama de deseos individuales, estructuras intergeneracionales, roles y géneros que se vinculan en un proceso de intercambio, cooperación y también dificultades.
Las modificaciones de los últimos años permiten pensar en el paso de la prevalencia de un modelo de familia nuclear al reconocimiento de la multiplicidad de formas de vivir en familia, abriendo espacio para el reconocimiento de sus matices, sus posibilidades y límites.
Las familias pueden estar constituidas de distintas maneras y ser de todas formas, familias. Puede haber dos papás, dos mamás, una mamá y un papá, una mamá sola, un papá solo. Un niño o una niña pueden ser cuidados por una hermana mayor, una abuela o un tío.
El ejercicio parental, el amor y la contención, no es propio de un género en particular, sino de un hacer con y por el otro y con el objetivo de su cuidado.
No se trata del fin de la familia, si no de visibilizar aquello invisibilizado, para no caer en la negación de identidades y las diferencias propias de la experiencia humana. Las personas eligen seguir viviendo en familia. La diversidad y la evolución de las formas y patrones de relación hacen reflexionar en que la familia que vendrá será definida por las personas que la conforman de una manera única y personal.
Ps. Micaela Aresse